Cómo prevenir el hambre emocional desde la infancia: claves para una relación saludable con la comida

Especialistas de PROFENI advierten que entre los 5 y los 12 años se consolidan hábitos que acompañarán a los niños toda la vida. Reconocer señales de hambre y saciedad, dormir bien, jugar y disfrutar de la mesa familiar son pilares para evitar que las emociones definan qué y cuánto se come.

Cómo prevenir el hambre emocional desde la infancia: claves para una relación saludable con la comida

Entre los 5 y los 12 años, los niños ganan autonomía y forman sus preferencias alimentarias. En esta etapa, los especialistas recomiendan enseñarles a reconocer señales internas de hambre y saciedad, integrar rutinas de descanso y movimiento, y ofrecer alimentos nutritivos que también aporten bienestar emocional.

Sandra Nora Blasi, licenciada en Nutrición e integrante de PROFENI, explicó que la saciedad está regulada por mecanismos fisiológicos, pero también por factores emocionales y sociales. Dormir mal disminuye la leptina, aumenta la grelina y predispone a comer por ansiedad.

El juego y la actividad física, sumados a un buen descanso, mejoran la conexión con las señales internas y la disposición a probar nuevos alimentos. Entre las opciones saludables que favorecen la saciedad sin exceso calórico, el yogur se destaca por su aporte de proteínas, calcio, vitaminas y bacterias vivas.

Para prevenir el hambre emocional, el entorno de la comida es clave: evitar distracciones, involucrar a los niños en la elección y preparación de alimentos, y priorizar las comidas compartidas. Según la pediatra Ingrid Gerold, combinar educación nutricional con regulación emocional es una estrategia efectiva.

Finalmente, desde PROFENI señalan que la alfabetización alimentaria —comprender y aplicar información nutricional— debería formar parte de la educación escolar, ya que influye en la salud física y mental durante la adolescencia y la vida adulta.

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