“La muerte de un comediante”: la experiencia de Melina Almoualem como socia productora en una película colectiva inédita
Melina Almoualem
El estreno de “La muerte de un comediante”, protagonizada y dirigida por Diego Peretti, marcó un hito en el cine nacional: más de 10.190 socios productores hicieron posible la película a través de Comunidad Orsai, el proyecto liderado por el escritor Hernán Casciari.
Entre esos miles de participantes se encuentran Melina Almoualem y su hermana Ludmila, quienes presentaron la película en la ciudad de Rosario y compartieron su experiencia en una entrevista repleta de entusiasmo y orgullo.
Un modelo de producción inédito: miles de personas detrás de una película
La génesis de esta forma de producción es tan disruptiva como su escala. Melina explica que se trata de un sistema abierto en el que cualquier persona puede aportar financieramente mediante bonos accesibles, convirtiéndose así en socia productora. Este mecanismo ya había sido probado en “La Uruguaya”, la primera película financiada por la comunidad de lectores y seguidores de Casciari.
La diferencia, esta vez, fue enorme: “Diez mil ciento noventa socios productores, lo que es algo realmente disruptivo en la Argentina”, destaca Melina, para luego remarcar que la experiencia no tiene precedentes a nivel global: “No solo en la Argentina, tengo entendido que en el mundo no hay una película que tenga tantos socios productores.”
Orsai volvió a abrir su convocatoria, esta vez bajo el nombre “Peretti Project”, sin revelar inicialmente el título definitivo de la película. Con participación masiva y un entusiasmo que se multiplicó en redes y comunidades de lectores, la propuesta creció hasta convertirse en un fenómeno cultural.
La experiencia Orsai: una filosofía creativa que trasciende el cine
Melina describe a Hernán Casciari y a la productora Orsai como un espacio donde la transgresión y la innovación son parte natural del proceso creativo. “Tiene una filosofía muy disruptiva”, afirma, recordando que los libros de Casciari se publican gratuitamente en Internet como parte de esa visión abierta.
Uno de los aspectos que más valora de la producción colectiva es la participación real durante todo el proceso. Los socios fueron informados de cada etapa, consultados y mantenidos al tanto de la preproducción, el rodaje y la postproducción. Para muchos, no fue solo un aporte económico: fue una forma de sentirse parte de un proyecto artístico desde adentro.
La presentación en Rosario: emoción y cine en primera persona
A Melina y a su hermana les tocó presentar la película en Rosario, una experiencia que vivieron como un privilegio. El acto de presentar la obra no solo implicó acompañar a la producción, sino también representar la voz de los miles de socios que hicieron posible el film.
“Fue hermoso”, sintetiza Melina, destacando que para quienes aman el cine es particularmente significativo participar en un proyecto donde el aporte económico “era muy democrático” y donde cada socio podía formar parte desde el lugar que quisiera o pudiera.
La historia detrás de la película
“La muerte de un comediante” narra los últimos días de un actor que recibe una noticia devastadora. Desde el inicio, como dice Melina, “por el título de la película sabemos lo que va a ocurrir, pero no sabemos lo que va a generar en esta persona recibir esa noticia.”
El protagonista decide viajar a Bélgica, país de origen del personaje de historieta que lo marcó en su infancia y que define buena parte de su identidad. Allí, frente al paso del tiempo y la diversidad cultural del lugar, la película despliega temas como la introspección, la identidad y la empatía hacia quienes migran y buscan un lugar en el mundo.
Melina señala que no se trata de un film pensado para el circuito comercial, sino de una obra más poética y reflexiva, donde se percibe claramente la impronta de Peretti en su primer trabajo como director y guionista.
Una recepción cargada de sensibilidad y mensaje
La película tuvo una recepción cálida y profunda entre quienes asistieron a las primeras funciones. Para Almoualem, uno de los aspectos más valiosos es el mensaje humano que atraviesa toda la historia. Relata que el film muestra cómo el protagonista se encuentra en Bélgica con inmigrantes que enfrentan una ley que limita su permanencia: un conflicto que sirve como metáfora universal.
En sus palabras: “Prima permanentemente este mensaje de que el mundo debe cobijar a todas las personas, independientemente del lugar geográfico o las etnias.”
Arte, comunidad y territorio: Melina en su trabajo local
Además de su rol como socia productora, Melina mantiene una intensa actividad cultural en su comunidad. Coordina junto a su madre, Inés, el taller de teatro para adultos del CPEA Libertad, un espacio con más de veinte años que ofrece formación artística a personas mayores de 18 años.
Este año, el grupo presentará “Que la inocencia les valga”, con funciones viernes y domingo en la sala del CPEA. La propuesta incluye también proyectos de integración social, como la gira de obras de títeres realizadas por abuelas de la residencia Las Magnolias y representadas en jardines de infantes de Marcos Juárez, un trabajo que Melina define como “una belleza” y “una experiencia hermosa”.
El vínculo familiar y la tradición artística
Melina creció en una familia atravesada por el arte. Su madre, escritora y tallerista, jamás se jubiló espiritualmente del oficio. Con humor y cariño, Melina recuerda: “Nos hemos criado escuchando obras de teatro en la panza de nuestra madre, Inés.”
Su hermana Luzmila, artista plástica y actriz radicada en Rosario, también forma parte del universo creativo familiar. Tras la avant premiere, una ilustración realizada por ella impactó tanto al codirector Javier Beltramino que pidió tenerla enmarcada en su casa.
Cine, identidad y soberanía cultural
El impacto de “La muerte de un comediante” va más allá de la pantalla. Melina destaca que estos modelos de producción colectiva dialogan con el rol histórico del cine estatal en Argentina. En la entrevista afirma que cuando el Instituto Nacional del Cine apoya una película, en cierto sentido “somos 46 millones de socios productores”.
El cine, sostiene, permite difundir cultura, construir identidad y exportar soberanía, y proyectos como el de Orsai muestran otra forma posible de sostener y multiplicar esas expresiones.
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