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Marcos Juárez

Maximiliano Boes: “Me gusta atender a niños y la felicidad que ellos transmiten”

El médico de 25 años hoy está haciendo la especialidad de pediatría en Córdoba, trabajando en el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad. Valora las relaciones que conforma con los chicos y padres que “le llenan el corazón”.

17-11-2020

Maximiliano Boes tiene 25 años y es médico recibido en la Universidad Nacional de Córdoba, donde hoy está trabajando y haciendo la especialidad de pediatría en el Hospital de Niños de la Santísima Trinidad. 

Maxi terminó la carrera a los 23 años. Hizo las prácticas finales en el Hospital Abel Ayerza de Marcos Juárez durante 9 meses, ya que le correspondía hacer la parte B en el interior de la provincia. La parte A la hizo en Córdoba, donde vive actualmente. Luego de estas prácticas, rindió un examen final y le habilitaron la matrícula.

En el hospital de niños trabaja de 8 a 16 hs salvo las guardias que son 24 horas: 4 semanales y 2 de fin de semana. En total son 6 al mes, pero no suelen terminar en esos horarios.

El significado de la carrera para el estudiante

Con respecto a lo que es el estudio, expresó: “La medicina es una carrera muy competitiva. El primer año no estuve relajado, vivía estudiando y salía muy poco. Me sirvió mucho que me hayan bochado en un final en el primer año y entonces dije “esto no es vida”. Vivía tan estresado por la carrera, que es una etapa más en la vida. De ahí en adelante pude hacerla más tranquilo y aprender a disfrutarla”.

Su amor por la pediatría

Su vocación inició cuando veía a su pediatra desde pequeño y definitivamente quería ser como él. En 5to año se planteó la idea, hizo el ingreso de Córdoba que confesó que no fue bastante simple y en 6to viajaba todos los viernes a prepararse en el CAJAL.

“Lo más lindo es la relación médico-paciente y lo que hay con los padres. No me gusta el hecho de atender adultos, no tengo problema de hacerlo. Me gusta atender a los niños y la felicidad que ellos transmiten y ver a los padres, en cómo los ayudas. Siempre hay una foto con los hijos para recordar el trato que tuviste con ellos o los chicos mismos te dejan manualidades o dibujos. Eso te llena el corazón”, agregó.

“Por ahí es duro porque no todos los chicos están bien, pero es una transición y etapa que uno lo vive con los padres. Ver que el chico que está bien y de repente empeora, es donde se va acompañando a los padres y eso sirve mucho para la relación que se tiene en toda la internación”.

Su largo futuro por delante

El médico planea quedarse en Córdoba, ya que considera al hospital de niños como su segundo hogar aunque siempre está la posibilidad de volver a su casa.
“Por el momento quiero terminar la especialidad de la forma más completa que quiera y ver si más adelante hago otra o una subespecialidad. Pediatría es muy amplia y te abre puertas para todo”.

Finalizó refiriéndose a lo que es ser médico: “Es más que nada vocación porque cualquiera estudia medicina pero no todos pueden ser médicos. Hay que tener muchas ganas, más ahora lo que está pasando a nivel mundial. Siempre fue jodida la medicina y el sistema de salud te pone muchas trabas. Es una vocación porque uno lucha con esas trabas y da la mejor cara, poniendo lo mejor de sí, no por uno sino por los pacientes y el sistema en general”.

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