“Mi casa es donde tengo mi bicicleta”: la historia del alemán que recorre el mundo y se enamoró de Argentina

“Mi casa es donde tengo mi bicicleta”: la historia del alemán que recorre el mundo y se enamoró de Argentina
  • Klaus Martach

El ciclista alemán Klaus Martach llegó a la Argentina como parte de un viaje que lo ha llevado por distintos continentes sobre dos ruedas.

De paso por Marcos Juárez visitó los estudios de CADENA SUDESTE, compartió su historia, sus experiencias de viaje y su particular forma de vida: una existencia en movimiento constante, impulsada por la curiosidad, la libertad y el amor por el ciclismo.

Un viajero nacido en Baviera

Martach nació en Würzburg, una ciudad ubicada al norte de Baviera, entre Frankfurt y Nuremberg. Allí comenzó una vida que, con el tiempo, se alejaría de lo tradicional para convertirse en una aventura sobre ruedas.

El ciclismo, explica, fue primero un pasatiempo. Pero pronto se transformó en algo más. No solo una pasión, sino también una forma de vida y una fuente de trabajo. Desde hace años combina sus viajes personales con su empleo en cruceros europeos, donde se desempeña como guía y responsable de excursiones ciclistas.

“Es mi hobby y mi negocio también”, resume Martach, dejando en claro que su bicicleta no es solo un vehículo, sino también su herramienta de sustento y conexión con el mundo.

De Bolivia a Paraguay, con Argentina en el corazón

Su travesía por Sudamérica comenzó en Bolivia y lo llevó a recorrer extensas rutas hasta llegar a Argentina el 29 de septiembre. Desde entonces, pedaleó por el norte del país y cruzó la región pampeana rumbo a Paraguay.

Durante su visita a Marcos Juárez, compartió su admiración por los paisajes argentinos y, sobre todo, por su gente.

“La gente es fabulosa, amigable, ayudante, con una sonrisa en la cara”, destacó al describir la calidez que encontró en cada lugar.

Entre sus paradas favoritas mencionó a Salta, Villa María y Marcos Juárez, aunque también bromeó con una queja típica de los ciclistas: el viento cordobés.

Una ruta guiada por la pasión y la salud

El viaje de Martach no solo es una elección de vida, sino también una forma de cuidar su cuerpo y su bienestar. Años atrás, explicó, atravesó problemas de salud que mejoraron cuando comenzó a viajar con regularidad.

Ya que estoy viajando, me siento bien”, afirma, recordando las palabras de su médico, quien le recomendó seguir moviéndose para mantener su equilibrio físico y emocional.

Cada trayecto representa para él un nuevo comienzo, un desafío físico y una experiencia humana. Sin un itinerario estricto, avanza de ciudad en ciudad, adaptándose al clima, al terreno y a los encuentros fortuitos que surgen en el camino.

Un hogar sobre dos ruedas

Martach viaja solo. Su bicicleta es su compañera, su refugio y su símbolo de libertad.

“Mi casa es donde tengo mi bicicleta”, dice con naturalidad, como si resumiera en esa frase toda su filosofía de vida.

En los días lluviosos, como durante su paso por Marcos Juárez, hace pausas o recurre a transportes alternativos. En aquella ocasión, decidió ir en colectivo hasta Rosario antes de continuar rumbo a Buenos Aires, con una meta particular: conocer los lugares ligados a su ídolo, Lionel Messi.

“Quiero visitar la ciudad de Lionel Messi”, comentó entre risas, combinando el espíritu deportivo con la admiración por el astro argentino.

Entre rutas, mares y destinos por descubrir

A pesar de su vida errante, Klaus Martach mantiene una rutina que lo lleva a alternar entre los caminos y el mar. Cuando no está pedaleando por América o Europa, trabaja en cruceros turísticos, guiando excursiones en bicicleta.

Sus próximos meses lo encontrarán en el Mar Mediterráneo, recorriendo puertos de Andalucía, Barcelona, Valencia, Cádiz, las Islas Canarias y Madeira. Allí pasará la Navidad y el cambio de año, antes de volver a emprender otra ruta.

El contraste entre el clima europeo y el calor latinoamericano no pasa inadvertido para él: “Estuve en Alemania hace unos días, y el clima es muy, muy malo. Pero aquí es diferente”, contó entre risas, destacando los días soleados que encontró en Argentina.

El espíritu de un hombre libre

Klaus Martach se despide con la misma amabilidad con la que habla de sus viajes. Agradece la hospitalidad, se ajusta el casco y vuelve a planear su próximo destino. No lleva apuro ni planes fijos. Su vida se mide en kilómetros y experiencias.

A lo largo de su travesía, ha aprendido que la felicidad no siempre está en un lugar, sino en el movimiento, en la gente que se cruza en el camino y en la sensación de avanzar.

Klaus Martach es, ante todo, un recordatorio de que la libertad no se encuentra en llegar, sino en seguir pedaleando.

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