Alicia Pérez: “La educación es el camino, no hay otra manera”

La directora del IPEA 209 Domingo Faustino Sarmiento de Marcos Juárez fue reconocida con el premio Espinillos por su compromiso con la educación técnica y comunitaria
La emoción y la alegría marcaron el tono de la conversación con Alicia Pérez, directora de la Escuela IPEA 209 Domingo Faustino Sarmiento de Marcos Juárez, tras recibir un reconocimiento por su trayectoria. La docente destacó que el premio no era solo personal, sino el reflejo de un esfuerzo colectivo.
“Mucha emoción. Muy contenta. Para mí es un reconocimiento a la labor de todos dentro de la escuela. Está bien, tenían que dar a alguien en particular, pero es un premio al gran trabajo que hacemos todos”, afirmó.
Desde hace años, Pérez encabeza un proceso de transformación en la institución que supo sobreponerse a momentos difíciles para consolidarse como un referente provincial y nacional. Su gestión se caracteriza por una visión integral del trabajo educativo, en la que la colaboración, la pertenencia y la dedicación diaria son pilares esenciales.
Un equipo que sostiene y multiplica el compromiso
La directora atribuye los logros del IPEA 209 al capital humano que sostiene día a día el funcionamiento de la escuela.
“La clave es el equipo humano que tenemos, las personas que están ahí, desde las familias, los estudiantes, los profes, el sentido de pertenencia que tienen los profes... El compromiso de trabajar horas extras, de trabajar por proyectos institucionales, de participar en competencias, de participar en exposiciones.”
Ese compromiso se traduce en una comunidad educativa activa, participativa y comprometida con el aprendizaje y el desarrollo integral de los jóvenes. Pérez destaca que el esfuerzo cotidiano trasciende los límites del horario escolar y se apoya en un espíritu colectivo de superación constante.
“El balance del año a nivel de la escuela ha sido totalmente positivo”, resumió, para luego subrayar que “el gran motor son los chicos. Si alguien tracciona la escuela, son los estudiantes.”
Equilibrio personal y vocación educativa
A lo largo de la entrevista, Alicia Pérez también reflexionó sobre su etapa personal y profesional, reconociendo la importancia del equilibrio emocional para poder desplegar su labor con plenitud.
“Humanamente estoy muy en eje y feliz con todas las aristas que tiene un ser humano. Desde el trabajo, la familia, los hijos, mis relaciones con amigos. Creo que estoy bien acomodada.”
Esa armonía, explicó, le permite sostener un ritmo de trabajo intenso sin perder de vista lo esencial. No obstante, admite que el vértigo cotidiano es un desafío constante. “No es fácil disfrutar el momento. Pero los amigos y la familia hacen poner los pies sobre la tierra y decir, fíjate, mirá y saber escuchar.”
Para ella, aprender a escuchar es una herramienta vital: “Yo creo que es clave en todo esto saber escuchar, para poder disfrutar. Si no, nos lleva puesto el diario.”
La escuela como espacio de contención y cuidado
Más allá de los logros académicos, Pérez hace hincapié en la función social de la escuela, especialmente en contextos de vulnerabilidad. Su mirada parte de una convicción profunda: el aula debe ser un espacio de resguardo frente a las problemáticas que atraviesan la sociedad.
“Todo lo que ustedes ven, lo que vemos todos fuera de las escuelas, los riesgos que hay fuera de la escuela, se quieren meter dentro de la escuela.” Por eso, sostiene que “si hay alguna institución que trata de preservar el ámbito en donde los chicos no sean vulnerados, donde esté libre de todos los riesgos que tenemos afuera, es la escuela.”
La tarea de cuidado, sin embargo, no se limita a los estudiantes. Pérez remarca que el acompañamiento a los docentes es igual de importante. “Nosotros tenemos que cuidar mucho a nuestros estudiantes, pero también escuchar y cuidar mucho a nuestros profes, porque son los que tienen ese nexo con los chicos.”
Consciente del esfuerzo que demanda esta labor, reconoce que la escuela se sostiene por el compromiso colectivo. “El que no trabaja dentro de una escuela no sabe el backstage que hay detrás de lo que se ve. Es un infierno trabajando, pero únicamente la pasión por la educación y estar convencidos que la educación es el camino, no hay otra manera.”
Una institución que nunca se detiene
El IPEA 209 es una escuela técnica con un funcionamiento extendido que exige gran dedicación. Las puertas se abren temprano y se cierran tarde, lo que refleja el nivel de compromiso de toda la comunidad educativa.
“Desde abrir la puerta, que la abrimos a las 6 de la mañana, y se cierran a veces 11 de la noche. Si es que se cierran, porque en el caso agropecuario siguen abiertas. Se escapó un animal, otros días me llamaron a la madrugada, se escaparon las vacas.”
Detrás de la anécdota hay una realidad: la escuela funciona como un organismo vivo, en permanente movimiento, donde el aprendizaje se extiende más allá del aula. Pérez subraya que este vínculo genera lazos duraderos.
“Una de las grandes fortalezas que tiene la escuela son los egresados, porque pasan tantas horas... realmente hay un esfuerzo extra en las escuelas técnicas.”
Aprender en comunidad
El espíritu del IPEA también se refleja en las experiencias de convivencia y aprendizaje fuera del aula. Las salidas educativas, como las que realizan al Cerro Uritorco o al Champaquí, son oportunidades para fortalecer los lazos y fomentar valores de solidaridad.
“Esta semana Uritorco, y la semana que viene, ya lo venimos haciendo varios años, al Champaquí, con los chicos de quinto año.”
Estas actividades, más que excursiones, son experiencias de formación humana: “Ya no es el profe con el estudiante, ya es un adulto con un estudiante, y vamos a comer todos juntos, y nos vamos a empatizar con el otro que tenga dificultades.”
Una segunda casa
La relación de Alicia Pérez con la institución que dirige es profunda y personal. “Yo la siento en mi casa también. No se explica una cosa si no se explica la otra.”
Detrás de esa entrega, reconoce, hay un apoyo fundamental: el de su familia. “La familia sonora de insomnio y de, no de preocupación, pero estar muy pendiente como que fuera un hijo mío.”
Esa comprensión le permite sostener su labor sin culpas y con plenitud: “Estoy muy agradecida y lo hago sin culpa. Entonces eso ayuda a que uno potencie y se despliegue en su esplendor.”
Una huella que perdura
El reconocimiento recibido representa, para Pérez, una confirmación de que el camino recorrido ha tenido sentido.
“Valió la pena tanto esfuerzo, tanto desvelo, tanto juntarnos para articular, tanto conectarnos con el sector socioproductivo, el científico tecnológico, que visiten, que capacitaciones y los ve que están egresando y salen con trabajo y decimos, bueno, ya está, lo logramos.”
Su reflexión final resume la filosofía que guía su tarea: “La educación es el camino, no hay otra manera.”
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