Marcos Juárez Respira Música llegó para quedarse: un fin de semana que marcó un antes y un después

Marcos Juárez Respira Música llegó para quedarse: un fin de semana que marcó un antes y un después

Tres tres noches consecutivas de música en vivo con Cruzando el Charco, Coti y Jairo, la ciudad de Marcos Juárez vivió una experiencia que desbordó lo artístico para convertirse en un verdadero fenómeno cultural y comunitario.

El responsable de esta apuesta, Héctor Biagiotti, titular de HOB Producciones, hizo un balance profundamente humano y positivo: lo que empezó como un desafío se transformó en una celebración que unió generaciones, artistas y vecinos en torno al mismo latido.

Un fin de semana inolvidable

Biagiotti no dudó en definirlo como uno de los momentos más felices de su vida profesional y personal. A sus 50 años, confesó que el fin de semana de “Marcos Juárez Respira Música” fue “el más hermoso que viví en mi vida, no solo por lo artístico, sino por los vínculos que se generaron”.

La emoción, más que el cansancio, marcó el tono de sus palabras. Detrás del brillo del escenario hubo una red de afectos, familia y trabajo en equipo que él considera clave: “Trabajar con mis hijos, mi señora y todo un equipo que hoy siento como una familia fue maravilloso”.

Tres estilos, una misma energía

El ciclo fue pensado como una trilogía de propuestas distintas, pero complementarias. Cruzando el Charco abrió con su energía joven y una conexión inmediata con el público; Coti consolidó la comunión con la gente en una noche que Biagiotti definió como “mágica”; y Jairo cerró con la emoción y la jerarquía de una figura que, según el productor, “trasciende generaciones y credos”.

Cada artista dejó su huella, pero el organizador destaca especialmente la entrega y calidez que mostraron todos. De Coti, recuerda un gesto que lo conmovió: “Bajó del colectivo, me dio un abrazo y me dijo: esta noche la rompemos”.

Y así fue: el teatro se llenó de una energía que desbordó los límites del escenario. El público cantó, bailó y acompañó con respeto, creando una sintonía que pocas veces se logra.

En cuanto a Jairo, Biagiotti subrayó que su presencia fue mucho más que un show. El reconocimiento como Visitante Ilustre de la ciudad fue un gesto que consideró necesario: “Hay artistas que hay que valorar en vida. Jairo es un embajador cultural del país y tenerlo acá fue un privilegio”. El cierre con el Ave María dejó al teatro en un silencio emocionado que se transformó luego en un aplauso interminable.

Una ciudad y región que acompaña

Detrás de cada función hubo una logística impecable y un entramado de colaboración colectiva. Comerciantes, instituciones, técnicos y voluntarios aportaron desde su lugar para que todo saliera bien. Biagiotti lo resume así: “Cuando la energía se pone a favor y la gente tiene ganas de que las cosas salgan bien, los resultados se dan”.

Desde los detalles más simples —como recibir al público con una sonrisa y un chocolate— hasta la excelencia técnica del Teatro Italiano, cada elemento sumó para crear una experiencia de calidad.

Más que un evento: una inversión en cultura

El productor considera que este tipo de propuestas no son solo espectáculos, sino una inversión que deja huella en la comunidad. “Esto le sirvió a todos: a los hoteles, a los bares, a la gente. Marcos Juárez merece esto y mucho más”, afirmó.

Su visión es clara: transformar a la ciudad en una plaza artística consolidada, reconocida por su capacidad de producir y disfrutar grandes eventos.

Y aunque todavía no hubo descanso, Biagiotti ya piensa en lo que viene. “La trilogía fue un sueño cumplido, pero uno ya empieza a pensar en grande tal vez la próxima sea la semana de Marcos Juárez Respira Música”.

Un sueño compartido

La síntesis de este balance podría resumirse en una sola palabra: agradecimiento. A los artistas, al público, al equipo, a la ciudad. Biagiotti lo vive con humildad, pero también con la satisfacción de haber encendido una llama que ya no se apagará.

Porque este proyecto no solo trajo grandes nombres a un escenario local: logró algo más profundo. Marcos Juárez respiró música, y en esa respiración colectiva se reconoció a sí misma como una comunidad capaz de soñar, producir y celebrar en conjunto.

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