La industria del juguete denuncia que seis de cada diez máquinas están paradas debido a la avalancha de importaciones y la caída del consumo

La industria del juguete denuncia que seis de cada diez máquinas están paradas debido a la avalancha de importaciones y la caída del consumo

Polémica en Argentina: La Cámara del Juguete denuncia que 331 nuevos importadores en un año "saturaron el mercado" y hunden la producción local.

La Cámara Argentina de la Industria del Juguete advirtió sobre la crisis más delicada del sector en las últimas dos décadas, impulsada por una avalancha de importaciones chinas, una drástica caída del consumo y una capacidad ociosa récord en las fábricas nacionales.

La industria del juguete en Argentina ha encendido las alarmas de cara a la temporada navideña, una de las fechas clave para su facturación.

La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) alertó este lunes sobre un escenario crítico que atraviesa a toda la cadena de valor, desde fabricantes hasta comercios minoristas. La crisis se debe a una combinación de factores económicos, regulatorios y culturales, destacando un ingreso masivo de productos importados y un mercado interno con ventas estancadas.

El sector enfrenta uno de los momentos más complejos de los últimos 20 años, con una sobreoferta de productos que presiona los precios a la baja y frena la producción local. A esta situación se suman cambios demográficos y nuevas pautas de consumo que reducen estructuralmente la demanda.

Un mercado en contracción

La demanda de juguetes ha disminuido de manera sostenida. Según datos del INDEC, la población infantil de 0 a 14 años se proyecta que caerá de 10,4 millones en 2022 a 6,8 millones para 2035, en línea con un descenso del 42% en la tasa de fecundidad desde 2015.

A este factor demográfico se suma el cambio en los hábitos de juego, donde el avance de las pantallas desplaza el tiempo dedicado al juguete físico. En paralelo, el consumo en jugueterías de barrio, cadenas y supermercados no muestra señales de recuperación. Aunque el comercio electrónico crece y ya representa el 25% de las ventas, plantea desafíos logísticos y financieros para las pymes.

El ticket promedio de compra ronda los $22.000 en comercios de cercanía y asciende a $49.000 en las grandes cadenas, con un promedio general estimado de $35.000. La mayoría de estas transacciones se realizan con tarjeta de crédito, lo que refleja la necesidad de financiamiento de las familias.

Avalancha de importaciones desde China

Uno de los puntos más críticos del informe es el ingreso récord de productos importados. Entre enero y octubre, las compras externas alcanzaron los 91,3 millones de dólares FOB, un salto del 59,5% en valor y del 94% en volumen (17,5 millones de kilos) en comparación con el mismo período del año anterior. China es el origen del 85,7% del valor y del 94,4% de las cantidades importadas.

“En un año pasamos de 199 a 530 importadores de juguetes; de 9 millones a 17,5 millones de kilos importados y con el consumo en caída. Una avalancha sin precedentes”, remarcó el presidente de la CAIJ, Matías Furió.

Además, el 52% del volumen importado corresponde a artículos de muy bajo costo (menos de 3 dólares FOB por kilo), lo que distorsiona la competencia. A esto se suma el contrabando, que según estimaciones sectoriales, representa el 30% del mercado.

Fábricas paradas y comercios en riesgo

Las consecuencias de este escenario son graves. “La industria tiene seis de cada diez máquinas paradas sin producir”, afirmó Furió, quien también señaló que muchas fábricas están tomando créditos para pagar sueldos y aguinaldos. La situación ha llevado al cierre de jugueterías tradicionales en todo el país.

El presidente de la Cámara expresó que muchas empresas “están rematando la mercadería para recuperar liquidez”, lo que profundiza la crisis y pone en riesgo la continuidad de firmas de todos los tamaños.

Ante esta situación, la CAIJ ha solicitado al Gobierno una serie de medidas urgentes, entre las que se destacan reforzar los controles en fronteras y plataformas online, fiscalizar importaciones de bajo valor para evitar la subfacturación y equilibrar las condiciones de competencia para proteger la producción y el empleo nacional.

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