El Taller Protegido de Marcos Juárez celebra un gran logro: finalizó la obra del techo y avanzan nuevos proyectos
Un año de trabajo que culmina con un techo renovado y la construcción de nuevas veredas-

Después de meses de esfuerzo constante y un año de planificación, ejecución y espera, el Taller Protegido de Marcos Juárez concretó una de sus obras más esperadas: la finalización del techo de su sede.
Esta mejora no es solo estructural, sino también simbólica, ya que representa la unión del trabajo de los operarios, la dedicación de la comisión directiva y el compromiso de toda una comunidad.
La obra se inició en el invierno del año anterior, con el reemplazo de las viejas chapas que generaban filtraciones y hacían muy difícil el trabajo en días de lluvia o frío.
Durante varios meses, el proyecto quedó en pausa, a la espera de reunir los fondos necesarios para avanzar con la colocación del cielo raso. Esa espera terminó recientemente, y el taller ya luce un techo completo y funcional.
La inversión fue completamente autofinanciada con la venta de los productos que elaboran los operarios: panificados, artículos de limpieza, sobres, entre otros. En total, se renovaron más de 200 metros cuadrados, con una inversión estimada de 6 millones de pesos, entre materiales y mano de obra.
Mejores condiciones, mayor bienestar
El impacto de la obra no se limita a lo estético o funcional.
Gracias a la instalación del nuevo cielo raso, se logró optimizar el uso de los aires acondicionados adquiridos a fines del año pasado, mejorando notablemente el ambiente de trabajo, tanto en invierno como en verano.
Estas mejoras han influido directamente en la calidad de vida de quienes forman parte del taller. Ya no se escuchan los molestos ruidos del viento o la lluvia sobre las chapas antiguas, y los operarios ahora cuentan con un entorno más cálido y agradable, que favorece la concentración y el bienestar general.
La accesibilidad como prioridad
En paralelo a la renovación del techo, el taller avanza en otra mejora significativa: la obra de la vereda de acceso, financiada por el municipio. Esta intervención busca resolver una deuda pendiente en términos de accesibilidad, un tema central en el trabajo con personas con discapacidad.
La nueva vereda, que requiere una amplia superficie de hormigón, mejorará notablemente el ingreso de operarios, personal y visitantes. También se reformó la puerta de entrada, que presentaba obstáculos para algunas personas y ahora cumple con los estándares de accesibilidad.
Aunque puedan parecer detalles menores, estos avances marcan un paso importante hacia un entorno inclusivo y digno. La dirección del taller considera que brindar instalaciones cómodas y bien cuidadas no es un lujo, sino una forma concreta de valorar a las personas con discapacidad, promoviendo su integración plena y su bienestar.
Nuevos desafíos: embellecer y seguir creciendo
Con el techo renovado, el siguiente paso será mejorar el aspecto general del taller mediante una pintura completa, tanto interna como externa. La blancura del nuevo cielo raso dejó en evidencia el desgaste de las paredes, lo que motivó a la comisión a plantearse este nuevo objetivo para los próximos meses, especialmente de cara al verano.
La meta no es solamente embellecer el espacio, sino seguir construyendo un entorno que transmita calidez y cuidado, donde cada operario se sienta valorado. En palabras del equipo directivo, se trata de un proceso constante de mejora, donde cada avance impulsa el nacimiento de nuevas metas.
Trabas burocráticas en los trámites de jubilación
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Uno de los grandes desafíos pendientes es la demora en los trámites jubilatorios de 14 operarios, quienes ya cumplen con las condiciones legales para acceder al beneficio, gracias a su trayectoria dentro del taller.
Los expedientes, presentados el año pasado ante ANSES, fueron rechazados por la falta de un certificado oficial que avale el trabajo desarrollado dentro de un taller protegido. Este documento debe ser emitido por el Ministerio de Trabajo (nacional o provincial), pero hasta el momento no se ha logrado obtener la firma necesaria, a pesar de las gestiones realizadas.
Esta situación implica que el proceso deberá reiniciarse desde cero una vez que el certificado sea entregado, lo que genera frustración entre los trabajadores y sus familias. Aun así, desde la comisión mantienen el compromiso de insistir hasta lograr una respuesta favorable.
La regularización de estas jubilaciones no solo representa un derecho para quienes trabajaron durante años, sino que también permitiría abrir nuevos cupos para personas que están en lista de espera.
Buenas noticias: se activa la lista de espera
En contrapartida, hubo avances positivos respecto a la incorporación de nuevos operarios. Por distintas razones personales, algunos integrantes del taller dejaron de asistir, lo que permitió mover la lista de espera y planificar nuevas incorporaciones a partir de agosto.
Si bien los cupos están limitados por la normativa del Ministerio de Trabajo, la rotación natural permitió reactivar el sistema. La comisión remarcó que el ingreso de nuevos trabajadores a mitad de año no es lo ideal, ya que los objetivos y dinámicas ya están definidos desde el inicio del ciclo, pero se adaptan con compromiso para dar respuesta a quienes más lo necesitan.
Producción, ventas y solidaridad
El taller sigue funcionando a pleno en todas sus áreas: panadería, artículos de limpieza, carpintería, sobres y tareas combinadas de laborterapia. Los productos elaborados se comercializan directamente en la sede o a través de encargos por WhatsApp, y también están disponibles en supermercados y negocios de la ciudad.
Además, se anunció la organización de una nueva “pizzeada” solidaria, evento que se repite debido al éxito de la edición anterior, en la cual los propios operarios actuaron como mozos. Este tipo de actividades no solo generan ingresos para el taller, sino que fortalecen los vínculos con la comunidad y estimulan la participación activa de todos.
Un modelo de trabajo inclusivo, sostenible y humano
Lo que sucede en el Taller Protegido de Marcos Juárez va más allá de una obra edilicia. Es un reflejo de cómo el esfuerzo colectivo, la autogestión y la solidaridad pueden transformar la realidad. Cada mejora es producto del trabajo diario de los operarios y de la confianza de los vecinos que eligen comprar los productos hechos en el taller.
En un contexto muchas veces marcado por la falta de respuestas institucionales, este proyecto demuestra que la inclusión no es un eslogan, sino una práctica cotidiana que requiere compromiso, planificación y comunidad.
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